dijous, 25 d’abril del 2013

Debate pensiones: "¿Por qué basar todo en el crecimiento?"

¿Por qué basar todo en el crecimiento? (contestación a Vicenç Navarro) por Margarita Mediavilla, Carlos de Castro, Luis Javier Miguel, Iñigo Capellán, Pedro Prieto, Emilio Menéndez, Juan José Álvarez en Decrecimiento, 21 de abril de 2013

(...) Hemos creído importante contestar porque este debate evidencia un problema que estamos sufriendo. Personas procedentes de diferentes movimientos cuestionamos el actual modelo socioeconómico, pero lo hacemos centrándonos cada una en nuestros aspectos particulares. Esta parcelación no es buena porque impide abordar correctamente el problema. No vivimos únicamente una crisis económica sino una crisis sistémica, que es a la vez una crisis social (de desigualdad), ecológica (de recursos, contaminación y biodiversidad), económica (desregularización, sistema financiero, privatización), ética (cuidados, relación ser humano-naturaleza), etc. No podemos resolverlas a base de centrarnos sólo en uno de los aspectos particulares, debemos hacer un esfuerzo por colaborar y englobarlos todos en una visión sistémica.

Esto es complicado porque, con frecuencia, hablamos incluso lenguajes diferentes. (...) Al hablar de “recursos” en economía, se habla de algo relativo que puede ser sustituido fácilmente, está hablando de recursos económicos. Sin embargo, cuando ecologistas o ingenierxs hablamos de recursos, hablamos de cosas que no tienen nada de relativas. La energía, los minerales o las especies de un ecosistema son cosas muy concretas, medibles en unidades físicas y que normalmente no se pueden sustituir.
Continúa

Para un economista, por ejemplo, el petróleo convencional (de fácil extracción) puede ser sustituido por el petróleo no convencional (de extracción mucho más complicada y contaminante) y su valor económico puede ser igual. Sin embargo, desde el punto de vista físico, el petróleo no convencional requiere mucha más energía para su extracción y refino, con lo cual la energía neta que se extrae es mucho menor (y las consecuencias ambientales son muy graves). (...)

Si las nuevas tecnologías no nos permiten mantener una sociedad con altos niveles de transporte, industria, extracción de minerales, producción de alimentos, etc. las relaciones económicas que hoy en día consideramos habituales se verán completamente trastocadas. Para que científicos-ecologistas y economistas pudiéramos dialogar necesitaríamos hablar un mismo lenguaje, pero no es sencillo hacerlo.

El mundo económico se mide unidades monetarias y resulta muy complicado encontrar incluso datos sobre las variables físicas involucradas en el proceso económico. Es muy difícil, por ello, que podamos dialogar y estudiar los problemas.

(...) Otro de los aspectos que nos parece importante comentar del artículo del profesor Navarro es el hecho de que éste se apoye en el constante aumento de la productividad para argumentar que no debemos preocuparnos por el mantenimiento de las pensiones a largo plazo (hasta 2050). Si bien es cierto que la productividad de los trabajadores ha aumentado notablemente en el último siglo, no podemos obviar que esto se ha realizado a base de unas tecnologías y unas formas de producir concretas: el uso de maquinaria, la automatización, la producción centralizada en grandes factorías muy especializadas y transportada a grandes distancias, el comercio internacional, etc. Todas estas formas de producción se basan en un aumento muy notable del consumo de energía, especialmente de petróleo. Esto es especialmente evidente en el ejemplo que utiliza: la producción alimentaria mundial y también en el caso del comercio internacional, motor del crecimiento de las últimas décadas.

Muchos estudios predicen que antes de 2050 todos los combustibles fósiles habrán alcanzado sus techos de extracción, sin que los petróleos no convencionales puedan variar significativamente este declive, a pesar de toda la reciente parafernalia tecno-optimista desplegada en muchos medios en torno a las llamadas energías no convencionales (especialmente a la fracturación hidráulica y sus promesas de maná energético para otros cien o doscientos años).

(...) En ese horizonte ¿podemos dar por sentado que vamos a aumentar la productividad un 1,5% anual como hemos hecho en décadas pasadas en las que los recursos crecían?

Es muy sencillo hablar de incremento de la productividad y mejora tecnológica sobre el papel, pero cuando uno baja a las tecnologías concretas las cosas son diferentes. Las últimas décadas han contemplado cómo diversas tecnologías que en un momento dado fueron vendidas como “revolucionarias” alternativas a los combustibles fósiles, han mostrado su carácter de burbuja. La energía nuclear de fisión y fusión, los transgénicos, las pilas de hidrógeno, el coche eléctrico, los biocombustibles, el “fracking”… Estas tecnologías han mostrado en ocasiones resultados interesantes, pero todas se han quedado muy lejos de cumplir las expectativas que prometían y, es más, algunas de ellas sólo tienen interés para las empresas que las venden y poseen efectos ambientales desastrosos.

Vicenç Navarro también argumenta que una economía puede crecer sin recursos, a base de actividades menos intensivas en el uso de la energía como el cuidado a las personas. Si bien en este punto estamos de acuerdo con él, no debemos olvidar que los datos nos muestran que no es esto lo que hemos hecho en los últimos años e incluso siglos. A nivel global, y desde hace prácticamente un siglo y medio, estamos acostumbrados a crecer económicamente a base de consumir cada vez más energía y recursos naturales, no va a ser nada sencillo cambiar esta tendencia. No hay país que disponga de avanzados servicios de cuidados sociales que no los haya construido sobre una base social de consumo intensivo de energía total y per cápita. Aumentar el bienestar y el crecimiento económico con recursos de peor calidad, aunque sea posible, es algo que no sabemos cómo se puede materializar.

A pesar de todo lo expuesto nos gustaría dejar bien claro que estamos completamente de acuerdo con Vicenç Navarro en su defensa del mantenimiento de las pensiones públicas y en su denuncia de los intentos de usar como excusa su inviabilidad (supuesta o no) para hacer negocio con su privatización. Las pensiones públicas deben mantenerse, sea sencillo o difícil. No se puede tolerar que una sociedad en épocas de crisis no defienda los pilares básicos de sanidad, educación, pensiones, alimentación y vivienda. También estamos de acuerdo en que una buena parte de la crisis del estado del bienestar y de la crisis ecológica global han sido las políticas neoliberales que han causado una enorme concentración de la riqueza y un descenso de las rentas del trabajo. Pero argumentar que si “los salarios fueran más altos, si la carga impositiva fuera más progresiva, si los recursos públicos fueran más extensos y si el capital estuviera en manos más públicas (de tipo cooperativo) en lugar de privadas con afán de lucro, tales crisis social y ecológica (y económica y financiera) no existirían” como afirma, creemos que es ir demasiado lejos. La crisis ecológica es muy profunda y, si bien es cierto que la enorme desigualdad y la concentración del capital en manos privadas hacen mucho más difícil su solución, no son éstas las únicas causas.


Cap comentari:

Publica un comentari a l'entrada