dilluns, 20 de setembre del 2010

Desigualtats de gènere en temps de crisi

Sandra Ezquerra

(...) En la primavera del año 2009 la contracción de la demanda de mano de obra llegó también al sector servicios, sector que ocupa a casi un 83% de las mujeres registradas como activas en Catalunya.

(...) En el momento de irrupción de la actual crisis, las mujeres en Catalunya sumábamos el 80,23% de las personas que trabajaban a tiempo parcial y menos del 46% de las personas en posesión de un contrato indefinido. Por otra parte, el salario medio de las ocupadas en el Estado español era, a inicios del año 2008, más de un 25% menor que el de los hombres, hecho profundamente relacionado con la segregación tanto horizontal como vertical del mercado laboral y con nuestra concentración en el sector servicios, caracterizado por altas tasas de precariedad. Además, las mujeres teníamos una mayor presencia que los hombres en la economía sumergida, con la ausencia de derechos laborales y sociales que este hecho comporta. Todo ello se traducía en el tercer trimestre del 2008 en que las mujeres constituíamos hasta un 57,50% de las personas que dependían de prestaciones por desempleo no contributivas. Respecto a las contributivas, además de ser menos de la mitad de los beneficiarios (40,70%), las mujeres las recibíamos en cantidades menores (23,98 euros al día frente a los 28,81 euros los hombres) y durante menos tiempo.

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(...) Aunque no hay datos exhaustivos sobre los procesos de conciliación en Catalunya en la actualidad, en otros contextos de crisis económicas se ha presenciado un aumento de la carga de trabajo doméstico no remunerado sobre las mujeres como resultado de las estrategias de las familias para reducir gastos y de la disminución de recursos para adquirir servicios de cuidado.

Finalmente, la crisis no está afectando a todas las mujeres por igual. Los datos de paro del primer trimestre de este año muestran importantes diferencias en términos de origen nacional: mientras que las tasas de paro femenino (14,60%) y masculino (15,10%) de la población autóctona fueron prácticamente las mismas y constituyeron las más bajas de todas, el paro de la población de origen inmigrante no comunitaria (33,29%) fue más del doble que el de la población autóctona (14,87%), con un paro femenino no comunitario (26,87%) muy por debajo de su homólogo masculino (37,29%), pero marcadamente superior al femenino y masculino autóctonos. Teniendo en cuenta las diferentes carencias de las estadísticas para reflejar de manera fidedigna los fenómenos relacionados con la inmigración (por ejemplo, población en situación irregular) y el hecho de que un alto porcentaje de mujeres inmigrantes se encuentran concentradas en la economía sumergida catalana, las cifras de desempleo femenino de origen inmigrante seguramente es mucho más alta de la que nos presentan los datos oficiales. Por otro lado, si prestamos atención a diferencias de edad, vemos que la tasa de paro de las mujeres entre 16 y 19 años en el primer trimestre del 2010 fue de 55,6% y la de las mujeres de entre 20 y 24 años fue de 31,6%.

(...) Si  el famoso Plan Español para el Estímulo de la Economía y de la Ocupación  se mencionaba inversiones sociales, en la práctica el Plan 2000E terminó apostando por las infraestructuras físicas, ya que supuestamente tendrían un mayor impacto sobre el empleo. La pregunta es, ¿el empleo de quién? ¿Qué tipo de empleo? Las respuestas radican en los sectores de la construcción y de la industria automovilística, ampliamente conocidos por su insostenibilidad económica, social y ecológica. Además, teniendo en cuenta la importante presencia de trabajadores hombres tanto en el sector de la construcción (92,47%) como en el de la industria (75,18%) en el tercer trimestre del año 2008 -  fruto de la persistente segregación sexual del mercado laboral-, en ninguno de los dos planes aprobados por el gobierno estatal se priorizó la necesidad de promover y/o proteger el empleo femenino en otros sectores económicos. De los 11.000 millones de euros que se inyectaron para crear empleo durante el primer año de la crisis, la mayoría fueron a parar a la construcción y ni siquiera se impuso ningún requisito en relación a la presencia de mujeres en las contrataciones.

Por otra parte, además de los graves efectos que el Tijeretazo tendrá sobre trabajadores y trabajadoras, sobre madres y padres, sobre pensionistas y, entre otros, sobre receptores y receptoras de ayuda a la cooperación, el plan de austeridad afectará de manera particularmente severa a las mujeres porque estamos sobrerrepresentadas en ámbitos del sector público como la enseñanza, la sanidad o los servicios sociales. Como resultado de nuestra vulnerabilidad económica seremos nosotras las que más acusaremos los recortes de servicios públicos y prestaciones sociales y también seremos las mujeres, de nuevo y como siempre, las que sustituiremos los recortes en gasto público mediante nuestro trabajo invisible y no remunerado en el ámbito del hogar.

Sandra Ezquerra
"A medida que la crisis avanza el feminismo debe estar en la calle"
3 de setembre de 2010,
Intersecciones

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